sábado, 30 de octubre de 2010

"Atma-vinigraha" en sánscrito, equivale en español a "Dominio de sí mismo", a "Sentido de control"


"Paracelsus": ««Únicamente un hombre virtuoso puede ser buen médico»»


"Paracelsus": ««El orden cósmico por cierto se refleja en el cuerpo»» - ««Astrum in corpore»»


"Interrogantes": ¿Qué tanto tiene usted dominio de si mismo? ¿Qué tanto conoce sus posibles reacciones en momentos de confusión y desorden? ¿Y cómo maneja su propia voluntad? ¿Cómo se ha identificado y maneja su propio potencial humano? ¿Qué tanto se ha liberado de lo ilusorio de esta dimensión, qué tanto lo confunden las apariencias y las trampas de esta engañosa y falaz realidad? ¿Qué tanto se encuentra liberado y conoce respecto de sus imperfecciones, y qué está haciendo al respecto? ¿Qué está haciendo en pro de su misión de vida, si es que se ha fijado alguna? ¿Y diariamente qué hace por su crecimiento espiritual y cultural? ¿Y qué hace por integrarse armoniosamente al tejido social?


La reflexión espiritual potenciada a través de un clic: Poniendo las cosas en su sitio

Retrocedamos algunos años solamente, y veremos que la vida ha cambiado con referencia al ser humano, al medio ambiente, y a nuestro planeta con sus diversas leyes y sus diversas realidades.

El hombre decae como ser pensante y como humano, y se hunde en un abismo de lava, de fuego, de barro, siendo responsable de grandes catástrofes en mar y tierra, así como igualmente es responsables de graves problemáticas raciales, sociales, familiares, y personales. El hombre se destruye, en alma, mente, y cuerpo. La especie destruye sus propios templos.

Recordemos las enseñanzas del gran médico Teofrasto Paracelso (1493-1541), de origen suizo, también conocido como Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim o como Theophrastus Bombast von Hohenheim, y considerado por algunos como el precursor de la homeopatía; a la naturaleza llamaba el gran laboratorio, y fue un prolífero escritor sobre la gran iniciación a los secretos de la vida y de la muerte.

««Toda represión involuntaria u obligada, ya sea a nivel funcional, anímico, afectivo, o mental, predispone a bloqueos funcionales de los principales órganos, y posteriormente a crecimientos anormales, endurecimientos, abscesos, y tumores.»»

Y posteriormente Paracelso agregaba y aclaraba:

««Todo rencor o inconformidad prolongados, bloquean la circulación, el metabolismo, y la libre espontánea coordinación de las facultades psíquicas, lo cual conlleva a accidentes y a desequilibrios psíquicos como obsesiones, y después a comportamientos esquizofrénicos, energúmenos, o paranoicos. La inconformidad consigo mismo, con una difícil situación afectiva, y/o con incompatibilidades que traten de resolverse con el auto-insulto o el auto-castigo, conlleva a la drogadicción y a toda práctica degenerativa, así como a desarrollar complejos e inseguridad, todo lo cual predispone a la anulación progresiva, a la ruina, a la miseria.»»

««»»Tener que convivir por largo tiempo, sin posibilidades de solución, con situaciones de rechazo, animadversión, o temor, a personas u órdenes de cosas, predispone a sufrir alergias, urticarias, indigestiones, parálisis, bloqueos circulatorios y digestivos, así como también a desarrollar hábitos nocivos, destructivos, o auto enfermantes (hipocondría), lo que se convierte en foco de discordia social.»»

««Estas situaciones predisponen a toda clase de neuralgias, principalmente con los órganos de los sentidos más relacionados con la situación de rechazo.»»

««El exceso de susceptibilidad indica una predisposición a sentirse perseguido, vigilado, a sentirse víctima y creer que siempre está siendo utilizado, con lo cual se inhiben las funciones normales de los órganos, y se predispone al organismo a segregar toxinas en actitud defensiva, como los almizcles repelentes utilizados por ciertos animales para alejar a sus depredadores. Estos humores conllevan a desequilibrios funcionales y a deformaciones, con lo cual se altera o se anula la belleza y armonía de la vida. Los sentimientos de culpa y los secretos guardados que afectan a otras personas, se cristalizan en cálculos, tumores, y bloqueos, que congestionan o bloquean la normalidad de las funciones orgánicas. Además y por cierto frecuentemente, se producen insomnio, desconfianza generalizada, y hasta locura.»»

««El temor a ser descubierto en sus secretos, es como saber que se convive con una bomba que en cualquier momento puede estallar. El temor al futuro hace que el individuo se encierre en el costumbrismo y se margine de la realidad del tiempo. Este automarginarse significa desactualización, y hace a la persona hipo-funcional, inconforme, y confundida, por lo que tal persona actúa como sin noción real del tiempo.»»

««Por otra parte, el miedo con relación al pasado hace que el individuo se acelere o se impaciente, tornándose temerario, hiperfuncional en todo sentido, y enemigo de los convencionalismos y tradiciones. Tales personas dan la impresión de querer escaparse o evitar todo encuentro con la conciencia.»»

En Resumen

(1) EL MIEDO, auto-polariza.
(2) EL ODIO, auto-envenena.
(3) EL FANATISMO, enceguece, hace ver las cosas distorsionadas.
(4) LA INFLEXIBILIDAD, predispone a endurecimientos patológicos (reumatismos, artritis, espasmos, arteriosclerosis, etcétera).
(5) LA AVARICIA, predispone a obsesiones aniquilantes.
(6) LA ENVIDIA, indica inferioridad degenerativa o degradante.
(7) LA LUJURIA, indica inconformidad, insatisfacción, y predispone a la bestialización, que degenera en satiriasis, ninfomanías, sadismo, sodomía, etcétera.
(8) LA GULA, indica esclavitud impuesta por los sentidos y deformación.
(9) LA ARROGANCIA, el egocentrismo, y la ostentación, indican dominio del Yo inferior.
(10) LA IRA, predispone al homicidio.
(11) EL QUERER PERJURAR, es aliarse con lo diabólico.
(12) LA DESHONESTIDAD, equivale a renunciar a los derechos divinos.

Todas las patologías psíquicas conducen a la degeneración y a la aniquilación.

Tomado de la revista “Fraternidad Rosacruz del Paraguay” de "La Gran Iniciación": Un Corazón Noble; Un Cuerpo Sano; Una Mente Pura.

Aunque parezca un tema complicado, lo planteado es parte de una alquimia psicofísica. La mente domina al cuerpo, y el cuerpo es dominante por sus egos, instintos, pasiones, no siendo siempre para bien del equipo, que en oportunidades puede quedar lesionado.

De los seres animados, el hombre es el único que reiteradamente actúa contraviniendo las leyes naturales, quebrantando y destruyendo todos los elementos posibles de salud y armonía corporal o mental, no conociendo su “Yo interno ni el dominio de si mismo”.

Tengamos en cuenta la antigüedad de nuestro "planeta" y la cantidad de razas que ha albergado esta tierra a lo largo de las distintas épocas, y (más las existentes en la actualidad) los conocimientos que cada una de ellas ha aportado en su momento. No obstante, en el siglo en que vivimos, aún no hemos comprendimos del todo nuestro propio mensaje.

Dos inteligencias posee el humano, una se corresponde con aprender a estudiar y saber aplicar el conocimiento adquirido, y la otra es saber vivir. Pero lamentablemente ¡no sabemos vivir en armonía o al menos nos es muy difícil! Le damos más importancia a los ruidos de nuestro coche, que a los llamados de nuestro cuerpo pidiendo auxilio. En otras palabras, le damos prioridad a las cosas materiales por sobre las espirituales y corporales.

La piel es el órgano más extendido de nuestro cuerpo, y por intermedio de la misma se provee seguridad a nuestros órganos internos. Y por lo cual, si la piel es afectada, es porque algo estamos descuidando en ella. Desde el punto de vista “psíquico”, nuestra personalidad comienza a sentir un estado de aislamiento y falta de protección en nuestro medio ambiente. No obstante y si la piel está cuidada y sin daños, nos sentiremos razonablemente bien.

Los pies son los elementos que están conectamos con la tierra, y por ellos adquirimos energía del planeta, que a su vez se distribuye por todo nuestro cuerpo, fortaleciendo nuestros distintos órganos. Desde el punto de vista “psíquico”, si queremos avanzar más de lo que corresponde, quizás esa ambición nos lleve a sentir molestias en los mismos; pero de cuidarnos lo suficiente, no usando demasiado calzados de goma, permitiremos que por los mismos nuevamente recibamos la energía que circula normalmente por nuestra tierra, mejorará nuestra mente, nuestro cuerpo, y nuestro espíritu universal.

La flexibilidad de nuestro cuerpo más la ”humildad en nuestro ser interno”, nos permitirá tener las piernas sanas y la columna vertebral en correcta funcionalidad, etcétera.

Es importante saber que todo el cuerpo del hombre está relacionado con las leyes universales. Y la mente tiene un rol preponderante en este misterio, en el cual todo está conectado con todo lo que nos rodea, no sólo en nuestro planeta sino en todo el universo.

Como un bumerán, e igual que una carta, llega la contestación que puede ser grata o no. Todo lo dicho tiene la función de explicar que nuestras actuaciones y/o pensamientos, tienen una consecuencia en nosotros mismos, y he aquí la comunicación entre nuestras pasiones, que a pesar de no darnos cuenta, influyen en nuestro cuerpo mental y en nuestro cuerpo físico, como efecto “psíquico” que conviene conocer y respetar.

No podemos negar la influencia de nuestra cadena genética a nivel de padres o abuelos, como de rezas, ya que de tanto en tanto se presenta algo que nos las recuerdan.

Lo más importante en estas notas, en estas reflexiones, es señalar que cuando el ser pensante comienza a tener edad (no importa cual), y con ello el juego de los pensamientos, ello nos aporta muchas sensaciones “psicosomáticas” y sus consecuencias, como ser; erupciones en la piel, manchas en la misma, dolores estomacales, eliminaciones de materias ulcerando la piel (muchas veces tratando de purificar el organismo).

Las enfermedades en nuestros órganos no se pueden tratar todas como elementos separados del mismo cuerpo, como elementos aislados, pues la mayoría se producen por reflejo de nuestros estados anímicos, que así afectan en muchísimos casos la totalidad del sistema. La mente con pensamientos negativos nos puede enfermar, y por el contrario, y por el contrario, la mente con pensamientos optimistas, con buenos deseos y alegría, tiene el poder de sanar nuestro bello ”Templo”.

Vida sana, Corazón puro, Mente despejada.


Las siete reglas de Paracelso

1.- Lo primero es mejorar la salud. Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmicamente, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos al menos dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco, y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un hábito que debes a tu propia dignidad.

2.- Desterrar absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza, pobreza. Siempre huir como de la peste, de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas, incluso vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento, o despreciables por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva. Se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues éste depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

3.- Haz todo el bien posible. Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Siempre debes cuidar tus propias energías, y huir de todo sentimentalismo.

4.- Hay que olvidar toda ofensa, y más aún. Esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablará así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo, tienes que destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos, y errores, que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en sí, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para enfrentarse, la carne flaca.

5.- Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados, y no pensar en nada. Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el espíritu, y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos, a veces, muy luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo, todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente, por una voz interior que te guiará en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon del que habla Sócrates.

6.- Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales. Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aún de tus más íntimos, todo cuanto pienses, oigas, aprendas, sepas, sospeches, o descubras. Por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Ésta es regla de suma importancia.

7.- Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día de mañana, que siempre puede llegar a ser venturoso. Ten tu alma fuerte y limpia, y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo o débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni percibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu, no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y la desconfianza en el futuro, son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias, y con ellas el desastre, la derrota. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, verás que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que alegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha. Pero la riqueza puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras, pero ciertamente, la dicha más duradera sólo se consigue por otros caminos, allí donde nunca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es egoísmo.


La visión de Jorge Luis Borges: La rosa de Paracelso

En su taller que abarcaba las dos habitaciones del sótano, Paracelso pidió a su Dios, a su indeterminado Dios, a cualquier Dios, que le enviara un discípulo. Atardecía.

El escaso fuego de la chimenea arrojaba sombras irregulares. Levantarse para encender la lampara de hierro era demasiado trabajo. Paracelso, distraído por la fatiga, olvidó su plegaria. La noche había borrado los polvorientos alambiques y el atanor, cuando golpearon la puerta.

El hombre, soñoliento, se levantó, ascendió la breve escalera de caracol, y abrió una de las hojas. Entró un desconocido. También estaba muy cansado. Paracelso le indicó un banco; el otro se sentó y esperó. Durante un tiempo no cambiaron una palabra.

El maestro fue el primero que habló:

- Recuerdo caras del Occidente y caras del Oriente. –dijo no sin cierta pompa- Pero no recuerdo la tuya. ¿Quién eres y qué deseas de mí?

- Mi nombre es lo de menos. -replicó el otro- Tres días y tres noches he caminado para entrar en tu casa. Quiero ser tu discípulo. Te traigo todos mis haberes.

Sacó un talego y lo volcó sobre la mesa. Las monedas eran muchas y de oro. Lo hizo con la mano derecha. Paracelso le había dado la espalda para encender la lampara. Cuando se dio vuelta advirtió que la mano izquierda sostenía una rosa. La rosa lo inquietó.

Se recostó, juntó la punta de los dedos, y dijo:

- Me crees capaz de elaborar la piedra que trueca todos los elementos en oro, y me ofreces oro. No es oro lo que busco, y si el oro te importa, no serás nunca mi discípulo.

- El oro no me importa. -respondió el otro-

- Estas monedas no son más que una parte de mi voluntad de trabajo. Claro, quiero que me enseñes el Arte. Quiero recorrer el camino que conduce a la Piedra.

Paracelso dijo con lentitud:

- El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra. Si no entiendes estas palabras, no has empezado aún a entender. Cada paso que darás es la meta.

El otro miró con recelo. Y dijo con voz distinta:

- Pero... ¿hay una meta?

Paracelso se rió.

- Mis detractores, que no son menos numerosos que estúpidos dicen que no, y me llaman un impostor. No les doy la razón, pero no es imposible que sea un iluso. Sé que “hay” un Camino.

Hubo un silencio, y dijo el otro:

- Estoy listo a recorrerlo contigo, aunque debamos caminar muchos años. Déjame cruzar el desierto. Déjame divisar siquiera de lejos la soñada Tierra Prometida, aunque los astros no me dejen pisarla. Quiero una prueba antes de emprender el camino.

- ¿Cuándo? -preguntó con inquietud Paracelso-

- Ahora mismo. -contestó con brusca decisión el discípulo-

Habían empezado hablando en latín, y ahora, en alemán. El muchacho elevó en el aire la rosa.

- Es fama -dijo- que puedes quemar una rosa y hacerla resurgir de la ceniza, por obra de tu arte. Déjame ser testigo de ese prodigio. Eso te imploro, eso te pido, y después te daré mi vida entera.

- Eres muy crédulo. -dijo el maestro- No he menester de la credulidad. Exijo la fe.

El otro insistió.

- Precisamente porque no soy crédulo, necesito y quiero ver con mis ojos la aniquilación y la resurrección de la rosa.

Paracelso la había tomado, y al hablar jugaba con ella.

- Eres crédulo. -dijo- ¿Dices que soy capaz de destruirla?

- Nadie es incapaz de destruirla. -dijo el discípulo-

- Estás equivocado. ¿Crees, por ventura, que algo puede ser devuelto a la nada? ¿Crees que el primer Adán en el Paraíso, pudo haber destruido una sola flor o una brizna de hierba?

- No estamos en el Paraíso. -habló tercamente el muchacho- Aquí, bajo la luna, todo es mortal.

Paracelso se había puesto de pie e inquirió:

- ¿En qué otro sitio estamos? ¿Crees que la divinidad puede crear un sitio que no sea el Paraíso? ¿Crees que la caída es otra cosa que ignorar que estamos en el Paraíso?

- Una rosa puede quemarse. -desafió el discípulo-

- Aún queda el fuego en la chimenea. Si arrojamos esta rosa a las brasas, creerías que ha sido consumida y que la ceniza es verdadera. Te digo que la rosa es eterna y que solo su apariencia puede cambiar. Me bastaría una palabra para que la vieras de nuevo.

- ¿Una palabra? -dijo con extrañeza el discípulo- El atanor está apagado y están llenos de polvos los alambiques. ¿Qué harías para que resurgiera?

Paracelso lo miró con tristeza.

- El atanor esta apagado. –repitió– Y están llenos de polvo los alambiques. En este tramo de mi larga jornada uso de otros instrumentos.

- No me atrevo a preguntar cuáles son. -dijo el otro con astucia o con humildad-

- Hablo del que usó la divinidad para crear los cielos y la tierra y el invisible Paraíso en que estamos, y que el pecado original nos oculta. Hablo de la Palabra que nos enseña la ciencia de la Kabalah.

El discípulo dijo con frialdad:

- Te pido la merced de mostrarme la desaparición y aparición de la rosa. No me importa que operes con alquitaras o con el Verbo.

Paracelso reflexionó. Al cabo, dijo:

- Si yo lo hiciera, dirías que se trata de una apariencia impuesta por la magia de tus ojos. El prodigio no te daría la fe que buscas. Deja, pues, la rosa.

El joven lo miró, siempre receloso. El maestro alzó la voz y le dijo:

- Además, ¿quién eres tú para entrar en la casa de un maestro y exigirle un prodigio? ¿Qué has hecho para merecer semejante don?

El otro replicó, tembloroso:

- Ya sé que no he hecho nada. Te pido en nombre de los muchos años que estudiaré a tu sombra, que me dejes ver la ceniza y después la rosa. No te pediré nada más. Creeré en el testimonio de mis ojos.

Tomó con brusquedad la rosa encarnada que Paracelso había dejado sobre el pupitre y la arrojó a las llamas. El color se perdió y solo quedó un poco de ceniza.

Durante un instante infinito esperó las palabras y el milagro.

Paracelso no se había inmutado. Y dijo con curiosa llaneza:

- Todos los médicos y todos los boticarios de Basilea, afirman que soy un embaucador. Quizá están en lo cierto. Ahí está la ceniza que fue la rosa y que no lo será.

El muchacho sintió vergüenza. Paracelso era un charlatán o un mero visionario, y él, un intruso, había franqueado su puerta y lo obligaba ahora a confesar que sus famosas artes mágicas eran vanas.

Se arrodilló, y le dijo:

- He obrado imperdonablemente. Me ha faltado la fe, que el Señor exigía de los creyentes. Deja que siga viendo la ceniza. Volveré cuando sea más fuerte, y seré tu discípulo, y al cabo del Camino veré la rosa.

Hablaba con genuina pasión, pero esa pasión era la piedad que le inspiraba el viejo maestro, tan venerado, tan agredido, tan insigne, y por ende tan hueco. ¿Quién era él, Johannes Grisebach, para descubrir con mano sacrílega que detrás de la máscara no había nadie?

Dejarle las monedas de oro sería una limosna. Las retomó al salir. Paracelso lo acompaño hasta el pie de la escalera, y le dijo que en esa casa siempre sería bienvenido. Ambos sabían que no volverían a verse.

Paracelso se quedó solo. Antes de apagar la lámpara y de sentarse en el fatigado sillón, volcó el tenue puñado de ceniza en la mano cóncava y dijo una palabra en voz baja.

Y la rosa resurgió.


Para comunicarse con el autor, utilizar la siguiente dirección de correo electrónico: leyesuniversales@hotmail.com

4 comentarios:

  1. Me ha parecido un texto que puede ser incorporado a algunos de esos pocos libros que hay en la humanidad como pensamientos magistrales, y donde debe centrarse el ser humano para lograr su verdadera plenitud (claro alejado de la burguesía materialista) Pero se me ocurre que el hombre no puede modificar su compromiso, porque lo desconoce, como que es impulsado indebidamente, desconociendo cual es su verdadero beneficio lógico y perdurable, o sea que parece estar digitado su destino, y que ese destino es inalienable, está abrigado y alimentado dentro del capullo de la costumbre (que proviene del cosmos, todas sus leyes y geometrías) y todo su ser termina por expresarla, es decir expresamos el universo, y el universo es quietud y movimiento, muerte y vida, golpe(lesión) y caricia (amor), entonces se me ocurre en este modesto análisis, que aquí entra en juego la semejanza que tenemos con un Dios, es decir la semejanza y por otra parte la más dificultosa de percibir, que es precisamente la que no pertenece a este mundo=universo, y es allí donde está la verdadera armonía que intuimos. Me supongo. Un abrazo. Jorge

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  2. Señor Jorge Abel, me agrada mucho su comentario y lo considero un agregado muy especial como continuidad de mi trabajo en que lo comparto con usted, me despido

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  3. PARTE I- Recuerdo haber leído algo religioso que dice que hay que estar en este mundo pero fuera de este mundo, y el razonamiento lo voy haciendo en el momento, lo cual lo hace natural, pero también puede ser garrafal (al no darme mucho a las correcciones).

    Tengo la idea de que sí, que el mundo es ilusorio, pero esos estados son reales, y esos mismos estados pasan a ser reales en un instante, como el viento ayuda en la primavera, y el mismo viento al pasar la montaña mata en un instante con su furia, el barro propaga el cólera y es ladrillo para el hogar, sin extenderme en los ejemplos, el mismo tejido social es bueno y es malo, igual que los elementos (bueno cuando da fuego al frío, malo cuando da fuego al fuego, es decir tenemos paz o guerra). Quizás sean perspectivas humanas, singulares y no generales, pero eso no me queda claro.
    El medio ambiente cambia con o sin humanos, nosotros lo agravamos, lo destruimos en ese período de vida humana sobre este sector del universo (un árbol sabe cual es su cometido y el hombre no sabe ni cuando detener su inmoralidad, pero el árbol también deja de dar frutos y se apesta o seca, quizás sea una inmoralidad vegetariana ), pero un asteroide en unos instantes no deja nada (hay cosas que destruyen vida y no tienen culpa? ) y midiendo eso en un tiempo cósmico, y si pudiéramos mirar el universo desde un punto externo, veríamos que es la misma causa y efecto natural, no del hombre en sí, sino del contexto universal. Son los elementos del universo que destruyen y transforman, pero no tiene nada de fantástico, puedo concluir, ni la vida ni la muerte, porque ambas cosas son inherentes a los elementos que componen el cosmos.
    Lo importante es pensar que hay algo más valioso que la vida y la muerte, si vemos que el universo viene, es porque tuvo que partir (big-bang) y si pudo partir, es porque hubo algo antes que él (llamémosle leyes de apoyo), por lo tanto las leyes existen desde siempre (y le importa dos pepinos si el hombre vive o muere) el hombre las incorpora y estas son positivas y negativas, pero no malas, lo que hace el acierto o el error, es lo que el hombre pretende o añora, en este contexto que ha “nacido” no a “NACIDO” el hombre quiere satisfacer sus deseos, y por eso es insignificante en el universo, porque tiene los mismos deseos que el universo, insignificante como el propio universo (los hombres se dejan maravillar con espejitos aún hoy y siempre) porque es el propio universo, fuego, barro, agua, aire etc, para mi no es importante la obra de arte (que lo siento mucho pero son ridículas y si logran maravillarme, desconfío de mi capacidad espiritual) es importante la idea que la propuso, pero lo que no conocemos y es verdaderamente importante es lo antes de la idea. Siempre he dicho que el hombre no crea, transforma, y en el universo hay aire contaminado y aire puro, según quien lo respire.............

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  4. PARTE II- Lo malo es el orgullo humano en todas sus expresiones (el cielo será de los humildes), que no acepta que es un mero elemento, haciendo y deshaciendo, lo que el propio universo hace y deshace, lo que ya está hecho y deshecho por naturaleza física o química, por eso digo que debemos rogar que exista un Dios, que tenga el poder de estar fuera de este universo, y no un César acuñador de monedas oxidadas, que aunque brillen ya están oxidadas (se entiende), por eso el hombre no se destruye ya está destruido, desde su comienzo, y eso no es contradictorio ya que desde la destrucción se puede avizorar la misión, desde la oscuridad se ve el sentido que lleva la luz. El hombre tiene como misión comprender el universo pero entender que puede y debe estar fuera de sus leyes, monótonas y aburridas, como las de un átomo o el sistema solar, que pueden resultar sí engañosas, fantásticas, bellas, distraen la atención cierta.
    Para una especie superior, el universo es un juego de niños, porque dijeron algún día, no seremos nunca jamás acuñados por el universo, algo tienen las bases primogénitas de las religiones que pretenden espiritualizar lo cósmico, escapar de lo material, sanar el cuerpo y mente, más digo algo que ya estará dicho, que se pudra cuerpo y mente, más vale perderlos y salvar el espíritu, no hay dudas que el Evangelio fue dictado por alguien que no era de este mundo, y a propósito dice: Suerte el que sienta que no es de este mundo. Cuando me refiero a lo religioso me refiero al pensamiento original, y en mi derecho de libre albedrío digo que si hay algo que le ha hecho mal al hombre son los religiosos, sobre todo los que viven dentro de los templos, pero paradójicamente eso tiene un propósito al ser absorbidos por el universo como simples rocas, porque hacen posible en su equivocación que otros vean la VERDAD.

    "Estoy convencido de que en un principio Dios hizo un mundo distinto para cada hombre, y que es en ese mundo, que está dentro de nosotros mismos, donde deberíamos intentar vivir". Oscar Wilde

    Yo agrego que por allí está el camino, pero es un poquito más extenso, hay que traspasarse a uno mismo, (cómo conocerse y dominarse a sí mismo) para ver el polvo (cenizas) que era uno mismo, pero no es fácil el hombre se ve a sí mismo como su propio madero flotando en el mar de la inmensidad, de miedo se aferra a sí mismo, de miedo se aferra al poder y la codicia, de miedo procrea la injusticia. Ya ve estimado que discrepamos en el asunto del Templo (Cuerpo-Universo), son las cárceles y el carcelero es el leviatán, no hay llaves de oro, hay una clave, es dejar quietitas las cenizas, sin nieblas y ver los ojos de Dios. Dejo un saludo fraternal. Jorge. No había forma de ser menos breve.

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