viernes, 21 de marzo de 2014

Historias de asesinos: Una temática muy lamentablemente recurrente y actual


Asesinos en serie: Un terrible flagelo, una realidad que espanta

    Que una persona mate a otra es un acto siempre reprobable, pero más horrible aún es que existan asesinos en serie, que tal vez maten por el simple gusto de matar.

    Como abogado y como escritor preferiría referirme a otras cuestiones, pero lamentablemente el fenómeno de la criminalidad en serie es una triste realidad, y en cuanto sociedad nada ganaríamos con ignorar esta temática, que aún hoy día dos por tres aparece en los titulares de los periódicos. Conviene conocer para así poder prevenir, y para que las posibles víctimas también se encuentren alertas y así poder defenderse y eventualmente zafar de tan penoso destino.


    Es por ello que en el presente blog "MISTERIOS DE NUESTRO MUNDO Y DEL UNIVERSO" ya hemos tratado anteriormente este asunto, y que a partir de ahora iniciaremos una serie en la que en cada artículo publicado trataremos el caso particular de un asesino en serie.

    Ya para cerrar esta breve introducción, permítaseme hacer referencia a algunas cuestiones generales.

    La palabra “asesino” deriva de “hashishin”-adictos al consumo del hachís y que mataban bajo la influencia de esa droga- y refiere a los miembros de una antigua secta musulmana que perpetraba homicidios por motivaciones religiosas, acatando órdenes de sus jefes y profetas.

    En particular, seguían fanáticamente a Hassan Ibn Sabbah, quien pasó a la historia como el “Viejo de la Montaña” -pues encaramado en la cima del macizo Elburz había fortificado su inexpugnable castillo de Alamut (“Nido de Águila”)- y que fue un líder ismailita que arribó a ese sitio en el año 1090 al mando de unas menguadas huestes que cada vez se fueron volviendo más poderosas.

    Sin embargo, no es a aquellos míticos ejecutores a lo que quiero principalmente referirme, sino que mi intención es la de poner en la mira a personajes mucho más actuales, cuyo motivo para ultimar deviene menos claro pues, a diferencia de los acólitos del "Viejo de la Montaña", saben bien que no irán al paraíso gracias a sus actos fatales. Seguramente otra compulsión mucho más oscura y personal los guía.

    Aunque el fenómeno del crimen en serie no es reciente sino que goza de larga y triste data, sí podemos afirmar sin titubeos que esta realidad se acentuó en forma alarmante en nuestra sociedad actual.

    ¿Cómo define la criminología a un homicida serial o secuencial?

    De acuerdo a una clasificación básica puede sostenerse que un asesino serial es aquel que comete al menos tres acciones letales diferentes con intervalos fríos (cool-off). En cada una de éstas puede producir más de un homicidio. Habitualmente cada criminal de esta especie posee una conducta ritualizada que le es propia, y la cual mantiene sin modificaciones durante la secuencia de crímenes.

    Esto permite dividirlos en dos grandes categorías: asesinos en serie organizados y desorganizados.

    Igualmente, configura una particularidad inherente al comportamiento asumido por esta clase de matadores el hecho de que observan fielmente un patrón específico en su manera de finiquitar. Aún cuando pueden operarse algunas variantes en la concreta forma de eliminar a una u otra víctima, en lo esencial se advierte un común denominador delator de que el crimen fue llevado a cabo por la mano de un mismo atacante. La incapacidad para detenerse una vez emprendida su saga terminal, conforma una particularidad que los teóricos resaltan en la actitud del homicida secuencial. Ninguna consideración de orden moral frena al perpetrador una vez que se ha lanzado a la realización de su raid vesánico. Ni siquiera ponderaciones de sentido común, o la necesidad de obrar con cautela para evitar su inminente aprehensión, determinan que el delincuente se abstenga de asesinar.

    El asesino en serie sólo dejará de matar si lo capturan, si enferma, o si muere, o si un hecho externo ajeno a su voluntad –por ejemplo, ser apresado y encarcelado en el curso de la comisión de otro delito, o ser internado en una clínica- le priva de llevar a término sus violencias. Su compulsión no es debida a factores aleatorios, pues no depende tanto de la sociedad en que vive sino que estaría básicamente configurada por su carga genética, de acuerdo con la opinión predominante de los modernos especialistas en el fenómeno de la criminalidad seriada.

    Se ha sustentado que los finiquitadotes en cadena nunca se suicidan antes de ser aprehendidos, y que rara vez lo hacen en la cárcel. Aunque con ecos de la vieja escuela lombrosiana, expertos del prominente calibre de la Dra. Helen Morrison han enfatizado que el ultimador serial lo es ya en el vientre de su madre durante el embarazo, que lo es en estado de feto, y aún desde que el espermatozoide fecunda al óvulo y establece la composición de un nuevo ser. Los genes originarían un cerebro trastornado y enfermo con tendencia a generar un asesino en serie (referencia: Morrison, Helen y Goldberg, Harold, "Mi vida con los asesinos en serie", traducción de Gema Deza Guil, Editorial Océano, Barcelona, España, 2004, pág. 305).

    La lista de matadores secuenciales modernos es muy extensa y no se avizora que se vaya a detener en un futuro próximo. En la Edad Media esta incapacidad para comprender los crímenes en serie hizo que éstos se atribuyeran a hombres lobo o a vampiros. Antes de la era freudiana las causas sobrenaturales constituían la única explicación para los asesinatos extremadamente violentos que incluían desangramientos y otras monstruosidades semejantes. El pueblo creía que tales desmanes sólo se justificaban merced a la presencia de elementos demoníacos y a la intervención de entidades malignas.

    Pese a que ya en la antigua Roma hubo criminales en cadena, el paradigmático caso de Jack el Destripador en la Inglaterra victoriana de postrimerías del siglo XIX, suele tomarse como el primer ejemplo que gozó de fuerte resonancia mediática.

    En varios de los más espectaculares casos, la lúgubre trascendencia de los mismos se debió a la crueldad empleada por el agresor. En otras situaciones, en cambio, lo que primó consistió en la cantidad desproporcionada de muertes cobradas por aquél. En algunos matadores seriales prevalece la psicopatía, mientras que en otros la razón de sus delitos descansa en el impulso sexual. Hay asesinos en serie que buscan ejercer dominio sobre la víctima; pero también hay aquellos que sólo se interesan por el cadáver, y que matan procurando ocasionar el menor dolor o terror posible sobre sus presas humanas.


    La mayoría de los homicidas secuenciales actúan en solitario. Por ejemplo: Ted Bundy, Peter Sutcliffe, Henry Landrú, John Wayne Gacy, Jeffrey Dahmer, Andréi Chikatilo y muchos otros más. Pero igualmente existen oportunidades donde se trata de un grupo quien comete los crímenes seriales. Caso típico resultó el clan de hippies liderado por el lunático Charles Manson.


    En los siguientes artículos nos adentraremos en las historias de al menos veinticinco de estos feroces inadaptados. También efectuaremos inevitables referencias a sus víctimas, a cuyo recuerdo dedicamos con respeto el esfuerzo de la presentación de este material.

    A todos los lectores les pido mesura en sus conclusiones, deseándoles felices sueños, si es que pueden.


Próximo artículo

1 / Burke y Hare: Los traficantes de cadáveres

Lecturas recomendadas

A - El asesino de Whitechapel, 125 años de sangre y violencia : Los misterios de quien fuera conocido como "Jack el Destripador"

B - Jack el Destripador nos aporta historias y misterios, aunque también nos acerca muy interesantes documentos gráficos

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